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jueves, 22 de abril de 2010

TODOS AL IGUAL QUE EL ESTAMOS EXPUESTOS A LO PEOR...EL MUNDO HA ENLOQUECIDO.

ESTA NOTICIA DOLOROSA EN EXTREMO, PUEDE REPETIRSE YA EN CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO, POR DISTANTE QUE SEA. NADIE NOS PROTEGE(diganle que venga).

El taxista asesinado se defendió de sus agresores y fue apuñalado varias veces

El funeral por el alma de Guillermo Amieva reunió a miles de personas, entre ellas más de 200 compañeros de trabajo venidos de toda Asturias

11:41
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El padre del taxista asesinado, roto por el dolor, recibe el  consuelo de varios vecinos.
El padre del taxista asesinado, roto por el dolor, recibe el consuelo de varios vecinos.
MULTIMEDIA
Arriondas, B. MORÁN /
M. MENÉNDEZ / R. DÍAZ
El taxista de Arriondas asesinado en la madrugada del martes cerca de la localidad de Collía se defendió de sus agresores, forcejeó con ellos y recibió varias puñaladas. La teoría del robo premeditado gana enteros entre los investigadores, que están cada vez más convencidos de que fueron varias las personas que participaron en el asalto. Entre las heridas de arma blanca observadas en el cuerpo del infortunado taxista, que ayer fue enterrado en Caldueñu (Llanes), aparece un pinchazo en la garganta, lo que parece indicar que fue amenazado por uno de los agresores con un cuchillo o un puñal, presumiblemente, con el objetivo de amedrentarle para robarle la recaudación.

La Guardia Civil se limitó ayer a señalar que no se había producido aún ninguna detención. No hubo más aclaraciones porque el juez que investiga el caso ha decretado el secreto del sumario. En todo caso, este periódico ha podido saber que los investigadores tienen firmes sospechas de que, además de la persona o las personas que subieron al taxi de Guillermo Amieva en Arriondas, otra u otras personas lo siguieron hasta el paraje solitario en el que fue asesinado a bordo de otro vehículo, el mismo que luego utilizarían para huir.

El crimen, el segundo registrado en la comarca en los dos últimos meses, ha dejado tras de sí un rastro de dolor, rabia e impotencia. Eran las sensaciones más repetidas entre las miles de personas que ayer asistieron al funeral por el eterno descanso de Guillermo Amieva Gallego, un joven de 37 años, soltero e hijo único, nacido en Venezuela, hijo de emigrantes, que regresó junto a sus progenitores a España hace unos diez años, huyendo de la inseguridad ciudadana y en busca de paz y tranquilidad.

Los padres del taxista asesinado, Severino Amieva y Eugenia Gallego, estaban rotos por el dolor. «Han matado a los tres, porque los padres de Guillermo están destrozados», aseguraba entre lágrimas Yolanda Giraldo, venezolana y amiga de la familia, que reside en Parres desde que, hace unos años, los padres del fallecido la animaron a venirse a España junto a su familia para disfrutar de una mejor calidad de vida. Giraldo había participado por la mañana en una concentración de protesta convocada por el Ayuntamiento de Parres, que reunió a quinientas personas.

Entre los asistentes al funeral se contaban más de doscientos taxistas de toda Asturias, que acudieron en caravana desde El Remedio (Nava). La iglesia de Arriondas estaba atestada. Decenas de coronas y ramos de flores rodeaban el féretro, que fue introducido a hombros por varios compañeros de trabajo del fallecido. Cientos de personas permanecían fuera del templo ante la imposibilidad de acceder a él. El sacerdote que ofició el funeral destacaba el dolor que el crimen ha dejado en la comarca, pero hacía un llamamiento para dejar «que la justicia haga su trabajo». Después del funeral, el cuerpo sin vida del taxista de Arriondas fue enterrado en el cementerio de Caldueñu, en el concejo de Llanes, de cuya parroquia es natural su padre.

Los taxistas de Arriondas anunciaron que en los próximos días instalarán mamparas y, algunos, cámaras de seguridad en sus taxis. «No sólo lo haremos por nosotros, sino también por nuestras familias, que ahora temen que no regresemos a casa cuando salimos a hacer la guardia nocturna», manifestó Constantino Martínez, secretario de la cooperativa de taxis local, en la que Guillermo Amieva trabajaba desde hacía un año. Fue Martínez quien, poco después del crimen, recibió una llamada desde el móvil del fallecido. En un primer momento creyó que era la Guardia Civil, que registraba las últimas llamadas. Contestó pero nadie habló. Tras saber que la Guardia Civil no tenía nada que ver con la llamada, marcó el número de su compañero, pero el teléfono ya había sido apagado.

1 comentario:

jotabede1 dijo...

Sí, un crimen alevoso que no he querido comentarte en nuestra charla por serte tan cercana la victima.
Un abrazo.

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