Y ahora a que lugar dirigimos nuestros pasos, con que límite virtual nuestro destino como sociedad se encontrará en el futuro, las almas de los que vamos descartando lentamente al paso vertiginoso de la vida, las imágenes borrosas en que reflejamos nuestros errores del pasado, para no ver lo oscuro del futuro, el péndulo del tiempo deja caer la arena de los relojes antiguos que miden el paso de nuestras últimas horas.
No somos eternos, tan solo estamos de paso, nuestra vida es un viaje del cual no hay retorno sino contemplación mediática de lo que hemos sembrado y que tal vez cosechemos al momento de estar en el ataúd, esperando que algún amigo de el último empujon dentro del nicho.
La vida se parece al cuerpo que la covija, ruguso y demacrado, si el odio y el rencor acunan dentro de tí, suave y anciano si reflejas tu paz interior, el resultado de tus días pasados es aquel que menos esperas y dejas que te sorprenda, colocando sobre tí como una caricia el tiempo vivido.
El sufrir de unos y la angustia de otros, el dolor ajeno y la plegaria por el dulce descanso de nuestros huesos.
Ser buena persona para no estar solo, ser bueno por dentro y fuera, demostrarlo y que todos se enteren, ser para uno y para los demás de la misma manera.
Ser y tan solo ser uno para EL, que siempre nos estára esperando para consolarnos, abrigarnos y alimentarnos.
La distancia entre la alegría y el olvido depende de nosotros mismos, todos deben recordarnos porque algo dejamos a nuestro paso, algo supimos entregar, sin esperar recompensa, todo lo nuestro no debe tener precio, sino esperanza de una mejor vida.
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