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lunes, 31 de agosto de 2009

EL RECUERDO DE ALGUNAS BUENAS PALABRAS, AUNQUE HOY SE ENCUENTREN ALEJADOS

"No es gritando La Vida por Perón que se hace patria"

21 de junio de 1973 . Tras un breve paso por el país en noviembre de 1972, Perón regresa el 20 de junio. La recepción en el Aeropuerto de Ezeiza, que reúne a 2 millones de personas, se convierte en un enfrentamiento a campo abierto entre distintas facciones (la sindical y la revolucionaria de la juventud peronista), lo que provoca numerosos muertos y heridos. Al día siguiente, Perón pronuncia este duro discurso por la cadena deradio y televisión.

"Deseo comenzar estas palabras con un saludo muy afectuoso al pueblo argentino. Llego del otro extremo del mundo con el corazón abierto a una sensibilidad patriótica que sólo la larga ausencia y la distancia pueden avivar hasta su punto más alto. Por eso, al hablar a los argentinos lo hago con el alma a flor de labio y deseo que me escuchen también con el mismo estado de ánimo. Llego casi desencarnado. Nada puede perturbar mi espíritu porque retorno sin rencores ni pasiones, como no sea la pasión que animó toda mi vida: servir lealmente a la patria. (...) La situación del país es de tal gravedad que nadie puede pensar en una reconstrucción en la que no deba participar y colaborar. Este problema, como ya lo he dicho muchas veces, o lo arreglamos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie. Por eso, deseo hacer un llamado a todos, al fin y al cabo hermanos, para que comencemos a ponernos de acuerdo. El Movimiento Justicialista, unido a todas las fuerzas políticas, sociales, económicas y militares que quieran acompañarlo en su cruzada de liberación y reconstrucción del país, jugará su destino dentro de la escala de valores establecida: "primero la patria, después el Movimiento y luego los hombres", en un gran movimiento nacional y popular que pueda respaldarlo. Tenemos una revolución que realizar, pero para que ella sea válida ha de ser de construcción pacífica y sin que cueste la vida de un solo argentino. (...) Cada argentino, piense como piense y sienta como sienta, tiene el inalienable derecho a vivir en seguridad y pacíficamente. El gobierno tiene la insoslayable obligación de asegurarlo. Quien altere este principio de la convivencia, sea de un lado o de otro, será el enemigo común que debemos combatir sin tregua, porque no ha de poderse hacer nada en la anarquía que la debilidad provoca o en la lucha que la intolerancia desata. Conozco perfectamente lo que está ocurriendo en el país. Los que crean lo contrario se equivocan. Estamos viviendo las consecuencias de una posguerra civil que, aunque desarrollada embozadamente, no por eso ha dejado de existir. A ello se le suman las perversas intenciones de los factores ocultos que, desde la sombra, trabajan sin cesar tras designios no por inconfesables menos reales. (...) Los peronistas tenemos que retornar a la conducción de nuestro Movimiento. Ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde abajo o desde arriba. Nosotros somos justicialistas. Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes. No creo que haya un argentino que no sepa lo que ello significa. No hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina ni a nuestra ideología: Somos los que las veinte verdades peronistas dicen. No es gritando la vida por Perón que se hace patria, sino manteniendo el credo por el cual luchamos. Los viejos peronistas lo sabemos. Tampoco lo ignoran nuestros muchachos que levantan nuestros banderas revolucionarias. Los que pretextan lo inconfesable, aunque cubran sus falsos designios con gritos engañosos, o se empeñen en peleas descabelladas, no pueden engañar a nadie. Los que no comparten nuestras premisas, si se subordinan al veredicto de las urnas, tienen un camino honesto para seguir en la lucha que ha de ser para el bien y la grandeza de la patria, no para su desgracia. (...) Yo quiero ofrecer mis últimos años de vida en un logro que es toda mi ambición; sólo necesito que los argentinos lo crean y me ayuden a cumplirla. La inoperancia, en los momentos que tenemos que vivir, es un crimen de lesa patria. Los que estamos en el país tenemos el deber de producir, por lo menos, lo que consumimos. Esta no es hora de vagos ni de inoperantes. Los científicos, los técnicos, los artesanos y los obreros que estén fuera del país deben retornar a él a fin de ayudarnos en la reconstrucción que estamos planificando y que hemos de poner en ejecución en el menor plazo. Deseo exhortar a todos mis compañeros peronistas para que, obrando con la mayor grandeza, echen a la espalda los malos recuerdos y se dediquen a pensar en la futura grandeza de la patria, que bien puede estar desde ahora en nuestras propias manos y en nuestro propio esfuerzo. A los que fueron nuestros adversarios, que acepten la soberanía del pueblo, que es la verdadera soberanía, cuando se quiere alejar el fantasma de los vasallajes foráneos, siempre más indignos y costosos. A los enemigos, embozados, encubiertos o disimulados, es consejo que cesen en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento. Dios nos ayude, si somos capaces de ayudar a Dios..." (Transcripción del discurso del día 21 de Junio de 1973, por cadena nacional
).

El simple hecho de buscar en la historia debería servir a los actuales dirigentes políticos, para ver que el camino que hoy están transitando, tan solo los lleva al fracaso, no soy peronista ni lo seré jamás, pero algunas palabras fueron bien dichas, y hoy los que levantan su bandera, las sacan de contecto.

Los políticos de hoy no sirven, los Perón, los Balbín, los Luder, y los Illia, fueron reemplazados por la patota armada, esa misma que Perón hecho de la plaza, por que del mismo modo que hoy, no entendieron que al país lo salvamos entre todos, sin darle tantas vueltas.

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